“Restos literarios”, por Marcelo Damiani
De la literatura y los restos, Roberto Ferro. Liber Editores, Bs. As. 2009.
De la literatura y los restos de Robert Ferro es una recopilación de ensayos y artículos escritos por el autor a lo largo de 15 años. En ese lapso Ferro nos ha regalado otros 6 libros que hablan de su solvencia y eclecticismo a la hora de abordar el fenómeno literario. Me estoy refiriendo, concretamente, a Lectura (h)errada con Jacques Derrida. Escritura y deconstrucción (1995), La ficción. Un caso de sonambulismo teórico (1998), El lector apócrifo (1998), Sostiene Tabucchi (1999), Línea de flotación (2002), y sobre todo, a Onetti / La fundación imaginada (2003), un libro fundamental para la comprensión de los alcances de la escritura del gran escritor uruguayo, a partir de la propuesta de leer todos sus libros como si fueran un solo texto, y luego pensar ese único texto como “una máquina de multiplicar narraciones”. Algo similar ocurre con De la literatura y los restos, en el que Ferro vuelve a desplegar su impresionante corpus teórico-filosófico para dar cuenta de los múltiples vericuetos de los autores estudiados (Borges, Cortázar, Macedonio Fernández, Roa Bastos, Piglia, Jitrik, Vila-Matas, Tabucchi, etc.). Ferro los trata a todos con la misma curiosidad y la misma convicción, nunca abordándolos para confirmar sus prejuicios teóricos o críticos, sino para buscar en los textos la cepa literaria madre entendida como resto. En este sentido, es especialmente aleccionador el ensayo sobre La caverna de las ideas de José Carlos Somoza. Allí, remontándose al Platón de la famosa Carta VII que el texto hace más que pertinente, se discute la teoría del arte en la que creía el fundador de la Academia, y concretamente, su idea del lenguaje, donde se plantea la discusión sobre si hay o no un más allá del lenguaje en literatura. Así, los ensayos de Ferro no dan por sentado nada, sino que deambulan a la caza de huellas en esos intersticios molestos para el mercado, la crítica y la academia, ámbitos que parecen concentrados en refocilarse en sus ya añejas certezas, acaso olvidándose de que si hay algo que parece caracterizar a la verdadera literatura (y por ende, a la crítica y también a la teoría) es su pulsión de producir sentidos nuevos, en una búsqueda que tiende asintóticamente al infinito. Ferro, en este libro, se aboca con pasión, pero también con solvencia, a esta difícil tarea.
De la literatura y los restos de Robert Ferro es una recopilación de ensayos y artículos escritos por el autor a lo largo de 15 años. En ese lapso Ferro nos ha regalado otros 6 libros que hablan de su solvencia y eclecticismo a la hora de abordar el fenómeno literario. Me estoy refiriendo, concretamente, a Lectura (h)errada con Jacques Derrida. Escritura y deconstrucción (1995), La ficción. Un caso de sonambulismo teórico (1998), El lector apócrifo (1998), Sostiene Tabucchi (1999), Línea de flotación (2002), y sobre todo, a Onetti / La fundación imaginada (2003), un libro fundamental para la comprensión de los alcances de la escritura del gran escritor uruguayo, a partir de la propuesta de leer todos sus libros como si fueran un solo texto, y luego pensar ese único texto como “una máquina de multiplicar narraciones”. Algo similar ocurre con De la literatura y los restos, en el que Ferro vuelve a desplegar su impresionante corpus teórico-filosófico para dar cuenta de los múltiples vericuetos de los autores estudiados (Borges, Cortázar, Macedonio Fernández, Roa Bastos, Piglia, Jitrik, Vila-Matas, Tabucchi, etc.). Ferro los trata a todos con la misma curiosidad y la misma convicción, nunca abordándolos para confirmar sus prejuicios teóricos o críticos, sino para buscar en los textos la cepa literaria madre entendida como resto. En este sentido, es especialmente aleccionador el ensayo sobre La caverna de las ideas de José Carlos Somoza. Allí, remontándose al Platón de la famosa Carta VII que el texto hace más que pertinente, se discute la teoría del arte en la que creía el fundador de la Academia, y concretamente, su idea del lenguaje, donde se plantea la discusión sobre si hay o no un más allá del lenguaje en literatura. Así, los ensayos de Ferro no dan por sentado nada, sino que deambulan a la caza de huellas en esos intersticios molestos para el mercado, la crítica y la academia, ámbitos que parecen concentrados en refocilarse en sus ya añejas certezas, acaso olvidándose de que si hay algo que parece caracterizar a la verdadera literatura (y por ende, a la crítica y también a la teoría) es su pulsión de producir sentidos nuevos, en una búsqueda que tiende asintóticamente al infinito. Ferro, en este libro, se aboca con pasión, pero también con solvencia, a esta difícil tarea.
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