Galardón a Beatriz Sarlo
Recientemente galardonada con el Premio Perfil a la Libertad de Expresión -compartido con Horacio Vertibitsky-,
Beatriz Sarlo realiza un conciso relato de su formación intelectual en la revista Letras Libres. A continuación reproducimos el fragmento final (aquí puede leerse el texto completo).
Mis tres lecturas fundamentales son Roland Barthes, Benjamin y Borges. El libro que me parte la cabeza es Mitologías, que leo en 1977. El análisis de la cultura, de crítica de la cultura que yo escribo en los noventa, viene de ahí, de Barthes. Mitologíases de una actualidad sorprendente. Y creo que con Borges pasó exactamente lo mismo. Borges, para mí, se activa en los años de la dictadura, que es cuando hago mi vuelta de la política a la literatura. Soporté al peronismo gracias a [Rodolfo] Puiggrós, que era mi protector, y me explicaba cómo tragarse sapos. Me ayudó mucho, también a irme del peronismo. Puiggrós era un gran tipo. Y visité a [Arturo] Jauretche, [Juan José] Hernández Arregui, tipos de vidas muy austeras, era gente que no pensaba en un funcionariado político.
En mi caso, no hago política en la universidad, ando por otros lados, en la primera mitad de los sesenta, tengo una vida muy desarreglada. Vivo sola desde los diecisiete años. La política organiza la vida de una persona. Cuando soy marxista-leninista prochina, tengo una vida de monja marxista-leninista prochina. La dictadura me encuentra en buenas condiciones para sobrevivir. La extrema seguridad nos salvó a muchos. La clandestinidad promovida viene de la tradición de la Tercera Internacional. Y en efecto, la cúpula de Vanguardia Comunista (de donde viene Ricardo Piglia) nos da la plata para sacar Punto de Vista, cuyo primer número, que reparto yo, sale en marzo del 78. Sin esa plata no hubiéramos podido sacar la revista.
La cúpula de Vanguardia Comunista fue asesinada entera. Vivíamos medio encerrados, estudiando, escribiendo. En ese momento, con [Carlos] Altamirano hacemos una relectura de la tradición marxista, de Marx a Gramsci. Y después “importamos” a [Pierre] Bourdieu y a Raymond Williams. Así vuelvo a la literatura. Yo soñaba con tomar el Palacio de Invierno, pero vuelvo a la literatura, que nunca dejó de estar. Y finalmente llego a Benjamin, por la vía de [Juan José] Saer. Primero paso por [Mijaíl] Bajtín, los formalistas rusos. Saer insiste mucho. Entro tarde a Benjamin. Y finalmente, en el 83, todos nosotros somos profesores titulares de la facultad. Era inexplicable. Ese giro solo lo explica la cronología de los golpes de Estado, y otras cuestiones muy dolorosas.
(Cáspita! ¡Otro sería el recuerdo si el peronismo fuera una Magdalena! ¿Verdad Marcel?)
Beatriz Sarlo realiza un conciso relato de su formación intelectual en la revista Letras Libres. A continuación reproducimos el fragmento final (aquí puede leerse el texto completo).
Mis tres lecturas fundamentales son Roland Barthes, Benjamin y Borges. El libro que me parte la cabeza es Mitologías, que leo en 1977. El análisis de la cultura, de crítica de la cultura que yo escribo en los noventa, viene de ahí, de Barthes. Mitologíases de una actualidad sorprendente. Y creo que con Borges pasó exactamente lo mismo. Borges, para mí, se activa en los años de la dictadura, que es cuando hago mi vuelta de la política a la literatura. Soporté al peronismo gracias a [Rodolfo] Puiggrós, que era mi protector, y me explicaba cómo tragarse sapos. Me ayudó mucho, también a irme del peronismo. Puiggrós era un gran tipo. Y visité a [Arturo] Jauretche, [Juan José] Hernández Arregui, tipos de vidas muy austeras, era gente que no pensaba en un funcionariado político.
En mi caso, no hago política en la universidad, ando por otros lados, en la primera mitad de los sesenta, tengo una vida muy desarreglada. Vivo sola desde los diecisiete años. La política organiza la vida de una persona. Cuando soy marxista-leninista prochina, tengo una vida de monja marxista-leninista prochina. La dictadura me encuentra en buenas condiciones para sobrevivir. La extrema seguridad nos salvó a muchos. La clandestinidad promovida viene de la tradición de la Tercera Internacional. Y en efecto, la cúpula de Vanguardia Comunista (de donde viene Ricardo Piglia) nos da la plata para sacar Punto de Vista, cuyo primer número, que reparto yo, sale en marzo del 78. Sin esa plata no hubiéramos podido sacar la revista.
La cúpula de Vanguardia Comunista fue asesinada entera. Vivíamos medio encerrados, estudiando, escribiendo. En ese momento, con [Carlos] Altamirano hacemos una relectura de la tradición marxista, de Marx a Gramsci. Y después “importamos” a [Pierre] Bourdieu y a Raymond Williams. Así vuelvo a la literatura. Yo soñaba con tomar el Palacio de Invierno, pero vuelvo a la literatura, que nunca dejó de estar. Y finalmente llego a Benjamin, por la vía de [Juan José] Saer. Primero paso por [Mijaíl] Bajtín, los formalistas rusos. Saer insiste mucho. Entro tarde a Benjamin. Y finalmente, en el 83, todos nosotros somos profesores titulares de la facultad. Era inexplicable. Ese giro solo lo explica la cronología de los golpes de Estado, y otras cuestiones muy dolorosas.
(Cáspita! ¡Otro sería el recuerdo si el peronismo fuera una Magdalena! ¿Verdad Marcel?)
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