Martín Lojo entrevistó a Marcelo Cohen, a propósito de la publicación de su nueva novela, Balada (Suplemento Adn, diario La Nación, 30-09-11).

Allí, en las sierras de isla Asunde, transcurre su última novela, Balada. Un relato de carretera que narra las peripecias de Lerena Dost, el prototipo de "joven ejecutiva exitosa" para la que las metas personales están por encima de todo. Incapaz de concebir un obstáculo, su confianza en el cálculo la deja desprotegida ante una imprevista suma de catástrofes: la echan del trabajo, su novio la abandona y no le renuevan el alquiler de su casa. Con el fin de "explorar lo que pasa cuando se derrumban las estructuras de una persona", según lo expresa Cohen, la situación de Lerena se recompone también por azar: escucha a alguien decir un número, lo juega a la lotería y gana. Su incredulidad la lleva a una idea fija: debe devolver el favor. Al poco tiempo de su búsqueda, sin embargo, Lerena descubre que llegar a su benefactora, Dona Munava, la líder religiosa de "uno de los grupos humanos oscuros que abundan en cualquier sociedad de hoy", es casi imposible. Para emprender el viaje hasta los dominios de Munava recurre entonces a su ex terapeuta y ex amante Suano Botilecue. "El problema es que Botilecue, que fue su víctima, se enamoró y perdió su prestigio profesional, no quiere saber nada con ella. El asunto era saber por qué él aceptaría acompañarla. Como era inevitable que viajaran, la historia podía continuar; el movimiento podía transformar los sentimientos."


-¿Cómo se convirtió esa novela de viaje en una comedia romántica?
-Descubrí la novela cuando seguí los matices de la ilusión amorosa. Ya leímos a Pessoa, sabemos que las cartas de amor son ridículas, se ha dicho que el amor es nocivo, que es una enfermedad. Pero no estamos tan dispuestos a admitir la trivialidad de que aparece amor donde supuestamente ya había muerto, o que dos personas que se conocen durante mucho tiempo pueden comenzar a amarse en un momento imprevisto. Si el amor es una ilusión, la capacidad de fantasía da para muchos delirios, y de ellos puede surgir un sentimiento muy intenso. Todo esto es cómico. Nos reímos porque no siempre somos marionetas sufrientes, a veces somos juguetes interesados que disfrutan a conciencia la ilusión.

Aquí la entrevista completa.

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