"No salté de valiente, sólo me empujó el pánico"
Las cámaras que registraron el accidente muestran cómo un hombre vestido de negro se desprende del tren, corre a través de la vía con una mochila, trepa a un andén y se pierde en la estación de Once. Una figura fantasmática que huye con desesperación de una tragedia que no lo alcanzó por esos misterios que tiene el destino.
Daniel Gutman recoge hoy en el diario Clarín el testimonio de Marcos Geddo, el joven que salvó su vida milagrosamente, el pasado miércoles.
El joven contó que, desde el día del accidente, y por primera vez en su vida, tiene que tomar tranquilizantes para dormir. Y habló del estado de shock que todavía le dura: “Muchos me preguntan cómo me animé a saltar en ese momento y me dicen que fui muy valiente. Pero te aseguro que lo que me empujó a saltar fue el pánico”.
¿Qué relato puede hacer de ese día? “Yo estaba hacia la mitad del primer vagón –explicó–, cerca de una puerta. Siempre me pongo cerca de una puerta, para que me llegue el viento. Es que las puertas generalmente están abiertas . A veces porque alguien no deja que se cierren y otras veces, como pasaba el miércoles, porque se traban solas. Escuché que algunos pasajeros dijeron que en otras estaciones ya el tren había tenido problemas para frenar, pero si fue así yo no me di cuenta de nada”.
Cuando el tren ingresaba a Once, Marcos percibió que no bajaba la velocidad como lo hace siempre . Entonces sacó una porción de su cuerpo por la puerta, miró hacia adelante y dice que vio que estaba a punto de producirse el choque contra el paragolpes.
“Pasó todo –recordó– en un segundo. No sabía si tirarme o no y escuché que una voz que gritó que el tren no frenaba . De mi lado no había andén y entonces no quise saltar. Cuando el tren chocó, fue terrible. Miré para atrás y vi las chapas retorcidas que aplastaban a la gente que estaba en el fondo de mi vagón. Entonces salté, corrí y me trepé al otro andén. Mientras salía de la estación llamé a mi mamá, a mi novia y a mi gerente. Les conté lo que había pasado, les dije que yo estaba bien y les avisé: seguro hay algún muerto”.
Daniel Gutman recoge hoy en el diario Clarín el testimonio de Marcos Geddo, el joven que salvó su vida milagrosamente, el pasado miércoles.
El joven contó que, desde el día del accidente, y por primera vez en su vida, tiene que tomar tranquilizantes para dormir. Y habló del estado de shock que todavía le dura: “Muchos me preguntan cómo me animé a saltar en ese momento y me dicen que fui muy valiente. Pero te aseguro que lo que me empujó a saltar fue el pánico”.
¿Qué relato puede hacer de ese día? “Yo estaba hacia la mitad del primer vagón –explicó–, cerca de una puerta. Siempre me pongo cerca de una puerta, para que me llegue el viento. Es que las puertas generalmente están abiertas . A veces porque alguien no deja que se cierren y otras veces, como pasaba el miércoles, porque se traban solas. Escuché que algunos pasajeros dijeron que en otras estaciones ya el tren había tenido problemas para frenar, pero si fue así yo no me di cuenta de nada”.
Cuando el tren ingresaba a Once, Marcos percibió que no bajaba la velocidad como lo hace siempre . Entonces sacó una porción de su cuerpo por la puerta, miró hacia adelante y dice que vio que estaba a punto de producirse el choque contra el paragolpes.
“Pasó todo –recordó– en un segundo. No sabía si tirarme o no y escuché que una voz que gritó que el tren no frenaba . De mi lado no había andén y entonces no quise saltar. Cuando el tren chocó, fue terrible. Miré para atrás y vi las chapas retorcidas que aplastaban a la gente que estaba en el fondo de mi vagón. Entonces salté, corrí y me trepé al otro andén. Mientras salía de la estación llamé a mi mamá, a mi novia y a mi gerente. Les conté lo que había pasado, les dije que yo estaba bien y les avisé: seguro hay algún muerto”.
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