"Crónica mexicana", por Jordi Carrión

Ahorita, me dicen todos, ahorita.

He tardado doce años en ser consciente de que México D.F. es la ciudad más fascinante de América. Ninguna es superior a ella en complejidad, en mitología, en arquitectura, en palimpsesto. En el Metrobús que baja por Insurgentes, caminando por el Paseo de La Reforma, en el taxi que me lleva a la UNAM por el Periférico, por las calles arboladas de La Condesa o de la Colonia Roma, en las arboledas que se suceden en Chapultepec, en los alrededores el Zócalo, me encuentro fragmentos que podrían estar en Caracas, en Sao Paolo, en Buenos Aires, en Lima, en Los Ángeles. Incluso esas fachadas de los años 20, con filigranas de art-déco, parecen haber aterrizado desde otro continente: ¿Tel Aviv? ¿Barcelona?
En una calle, cada cinco metros, un policía con casco y espinilleras de jugador de fútbol americano o de película cyberpunk. Un robocop. Le pregunto a uno el porqué de semejante despliegue. Me dice que están evitando la presencia de vendedores ambulantes. Que los comerciantes se han quejado. Que dan muy mal aspecto. Más allá de esa calle, en cada esquina, tres vendedores de tacos. Y ese olor.
La complejidad es también biológica: insectos, flores, árboles, pájaros, gastronomía.
Ahorita, sí, ahorita.

[Continúa en http://jorgecarrion.com/]

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