"El triunfo de Calibán", por Daniel Link
Léase y archívese la columna de Daniel Link, El triunfo de Calibán, publicada en el diario Perfil, que concluye así:
Toda hipótesis de acuerdo de libre comercio entre la UE ( a la que ya no ampara la impresionante imaginación y el talento de Kojève, y si es que ésta sobrevive a sus propias derrotas, lo que la vuelve un tutor ciertamente poco atractivo) y el Mercosur (esa invención en la estela de Martí y de Darío) deberá ponerse ahora entre signos de interrogación, o directamente tacharse de la agenda.
Si no hubiera exterior (si no hubiera fuerzas exteriores que nos piensan como botín de guerra), nos dejaríamos dominar por la algarabía de las figuritas patrióticas. Pero me interesa detenerme en los vientos de la historia, que nos arrastran. El mundo se transforma, y al hacerlo cruje. Lo que se oye es la transformación del mapa capitalista y lo que sorprende es el papel central que Argentina parece tener en esa metamorfosis.
La ménade de Calibán, Hillary Clinton, dijo que "Las decisiones tomadas por los diferentes países son decisiones que ellos deben justificar y deberán vivir con ellas". O sea: no nos parece mal lo que hicieron, pero no nos pidan que nosotros justifiquemos una orden de combate (en estas lides, no hay “obediencia debida”).
Por supuesto, ése es el papel que se nos pide que cumplamos: justificar, para nosotros mismos, mistificar (vivir con ello), por enésima vez, el triunfo de Calibán. No vivimos en épocas de fundación (no vivimos el tiempo de Darío), sino de integración operativa de lo disponible.
Aclarado el punto, ¡Viva YPF!, y para los cazadores de elefantes, el saludo rubeniano: “Bufe el eunuco”.
Toda hipótesis de acuerdo de libre comercio entre la UE ( a la que ya no ampara la impresionante imaginación y el talento de Kojève, y si es que ésta sobrevive a sus propias derrotas, lo que la vuelve un tutor ciertamente poco atractivo) y el Mercosur (esa invención en la estela de Martí y de Darío) deberá ponerse ahora entre signos de interrogación, o directamente tacharse de la agenda.
Si no hubiera exterior (si no hubiera fuerzas exteriores que nos piensan como botín de guerra), nos dejaríamos dominar por la algarabía de las figuritas patrióticas. Pero me interesa detenerme en los vientos de la historia, que nos arrastran. El mundo se transforma, y al hacerlo cruje. Lo que se oye es la transformación del mapa capitalista y lo que sorprende es el papel central que Argentina parece tener en esa metamorfosis.
La ménade de Calibán, Hillary Clinton, dijo que "Las decisiones tomadas por los diferentes países son decisiones que ellos deben justificar y deberán vivir con ellas". O sea: no nos parece mal lo que hicieron, pero no nos pidan que nosotros justifiquemos una orden de combate (en estas lides, no hay “obediencia debida”).
Por supuesto, ése es el papel que se nos pide que cumplamos: justificar, para nosotros mismos, mistificar (vivir con ello), por enésima vez, el triunfo de Calibán. No vivimos en épocas de fundación (no vivimos el tiempo de Darío), sino de integración operativa de lo disponible.
Aclarado el punto, ¡Viva YPF!, y para los cazadores de elefantes, el saludo rubeniano: “Bufe el eunuco”.
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