Una entrevista a María Luisa Valenzuela, Claudia Piñeiro, Fernanda García Lao y Natalia Moret
—Hace dos meses, en un debate sobre novela negra se impuso el tema de la violencia de género. Circulaba la noticia de que un sujeto le dijo a su pareja: “Te quemo, que está de moda”, cosa que hizo.
GARCIA LAGO: No es un fenómeno nuevo ni moderno. De hecho estoy leyendo El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza, en la que cuenta la historia de su madre quemada por el padre, con ácido... Ya nos quemaron, y no tuvimos alma...
GL: En España hay muchos crímenes que cometen los maridos, como una cuestión doméstica.
MORET: Es con los movimientos feministas que la violencia contra la mujer se tematiza de esta forma, como algo de género que tiene una raíz histórica.
PIÑEIRO: A mí me impresiona que en este momento de la civilización haya mujeres esclavas, que desaparecen de su hogar secuestradas para la trata.
—O la militarización de la infancia, en Africa, Centroamérica. Está el caso de la escocesa conocida como la viuda blanca, quien reconoce que educará a sus hijos para ser suicidas.
VALENZUELA: Es el problema del fundamentalismo. Hay una conversación maravillosa en el libro Hitchens vs. Blair. Allí Blair defiende la religión porque es normativa y no cometas ciertos pecados. Y el otro le contesta: “La gente buena siempre va hacer el bien, la gente mala siempre va hacer el mal, y la única situación en donde la gente buena hace el mal es dentro de los contextos religiosos”. La fe lleva a la guerra religiosa, a las persecusiones, por eso el fundamentalismo crea esta situación.
M: Hace poco leí una entrevista a Graham Greene y citaba una frase de un libro del que no recuerdo el título, y decía: “El alma nunca es negra o blanca, sino negra y gris”.
P: El alma casi siempre es negra y gris, pero hay almas negras que han hecho cosas que no hay posibilidad de decir que no es una mala persona.
P: Un torturador o asesino, va a su casa y en la noche arropa al hijo dormido. Pero tiene una característica así para que el personaje sea razonable...
GL: Mucha gente que se considera buena en determinadas ocasiones es capaz de las peores aberraciones.
M: Y con la maldad, ¿leyeron Las benévolas? Es el libro de Johnatan Littell, donde narra con la voz de un oficial nazi y construye la trama desde la maldad de una manera que terminás entendiendo lo que hace, porque está tan bien explicado el contexto en donde le tocó estar y del lado bueno o malo, él dice: me tocó del lado malo del fusil. Y es un libro tremendo, porque el personaje es sádico, cruel, malvado, y lo entendés, lo que produce muchas preguntas.
P: Un poco el significado de Las benévolas es que nadie que es malo cree que lo es. Todo el mundo cree que lo que hace es por un motivo y se quieren justificar. Ahora, cuando te trazan una línea, hay gente que queda de un lado y del otro, y del lado de los malos hay quien ciertas cosas no las hace.
M: A nivel personal nunca estuve en una situación límite de esas características. No sé cómo podría responder ante eso.
V: En un libro de los torturadores brasileños llamado Pao de arara, que es un sistema de tortura, uno de estos tipos cuenta que lo llevan a la primera sesión de tortura –se trata de un militar–, y cuando enfrenta la situación reacciona vomitando, no puede dormir por tres noches. A la segunda vez ya vomita menos. A la quinta se acostumbró y el otro dejó de ser un humano, ya es una cosa. Y ahí volvemos a lo que pasa con la mujer considerada como objeto.
[Clic aquí, para leer la entrevista completa realizada por Omar Genovese, Perfil 26/08/2012.]
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