“Sobre el problema de los holdouts”, por Fabián Ludueña



Luego de unas iluminadoras conversaciones hoy con el filósofo Emanuele Coccia emito aquí sólo un par de conclusiones provisorias sobre el problema de los holdouts y su juicio contra la Argentina. Las opiniones aquí vertidas son sólo responsabilidad mía y sus posibles defectos no deben atribuirse, de ninguna manera, al filósofo Coccia (quien tiene su propia interpretación de este fenómeno).

Escribo aquí porque soy un simple profesor sin acceso a la prensa (que, por lo demás, no está interesada en consideraciones de este tipo). Este post no pretende ser un análisis de la situación (no es posible hacer esto en Facebook). Carece, por lo tanto, de exhaustividad y despliegue analítico. Son, simplemente, conclusiones políticas que considero esenciales para establecer mi posición inmediata frente a los hechos de público conocimiento. Asimismo, este post no considera la “coyuntura argentina” ni la estrategia jurídica llevada adelante por el país afectado (por elección teórica, en este caso, no porque el problema sea minimizable). Sin embargo, entiendo que independientemente de cómo se yugule la crisis en la Argentina y en el mundo, las siguientes proposiciones siguen siendo válidas (tal y como veo el panorama general).

En primer lugar, una evidencia se impone: pasado el 31 de julio, y en la escala que corresponde a este análisis, los holdouts ya han ganado. Su aplastante victoria sólo podría trocarse en verdadera derrota si la comunidad internacional adoptase las siguientes medidas de mínima:

1)- La persona conocida como Paul Singer debería ser sometida a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (ampliando el Estatuto de Roma) entendiendo que su accionar constituye, en toda forma, una variante, hasta ahora no tipificada debidamente, de crimen laesae humanitatis por el cual debería ser juzgado.


2)- El oscuro juez neoyorquino debería ser sometido a un “impeachment” por parte del Congreso de los Estados Unidos (los cargos podrían ser tan numerosos que resulta poco práctico citarlos).

Si ninguno de los dos actos mencionados se llevan a cabo (y es sensato pensar que nada de lo aludido ocurrirá), entonces, todos los poderes fácticos habrán consentido en que se ingrese en una nueva era para el orden mundial cuya fisonomía y alcances deben comenzar a ser sopesados seriamente por los intelectuales. Invito, finalmente, a los amigos de todas partes a comenzar esta tarea de pensamiento. Por cierto, no por Facebook, menos aún comentando este post. Habrá que reflexionar y trabajar por mucho tiempo. Por mi parte, espero discutir de esto cuando nos veamos en los diversos foros que nos juntarán y en las charlas que tendremos de aquí a los próximos meses.





Publicado en la cuenta personal de Facebook, el día 1 de agosto de 2014.

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