“Teatro de guerra”, por Pablo Manzano

Las teorías salvajes, Pola Oloixarac. Editorial Entropía, Buenos Aires, 2010 (3era.ed). 250 págs. Alpha Decay, Barcelona, 2010 (3era.ed.). 280 págs.

El despliegue de recursos hiperliterarios en esta novela fue para mí una confirmación más de: Sí, pibe, sos un escritor menor. LTS es uno de esos libros para ir subrayando con rímel lápiz (¿no es absurdo ese remilgo de subrayar con lápiz?, como si alguna vez fuésemos a borrar los trazos). Creo que eso hacen los que escriben reseñas: subrayar y tomar notas. Ésta es la primera reseña que escribo, del mismo modo que la novela aquí reseñada es la primera que publica su autora. La penúltima anotación que realicé con lápiz en mi ejemplar de LTS (al concluir la lectura) dice: su autora es más lista que una periodista y sabe tocar todas las teclas. Y luego, tras ojear los 14.000 links sobre la obra, escribí: más inteligente que todos los feos instruidos del mundo, Oloixarac se pone de pie a lo Bambi (1945) y se gana el amor de los animalitos del bosque literario a la edad en que Jesús consiguió por fin lo que tanto buscaba. Conclusión: por su arsenal lingüístico y su orfebrería estilística, Pola se anuncia como la nueva Alan Pauls.
A estas alturas es redundante hablar de lo que habla el libro y de lo que ocurre a lo largo de sus 250 páginas, pero por si algún despistado no está al corriente aquí va un sencillo informe de lectura. El teatro de guerra (una guerra invisible con actores visibles) es la idea central, siempre presente en los ejes narrativos y ensayísticos que se alternan en la novela. Hay una teoría que se remonta a 1917, o mejor dicho a la era del surgimiento del miedo en los homínidos que viven como presas huyendo de las bestias. Ese miedo atávico es el origen de la cultura, de la técnica, del hombre armado en su pasaje de presa a depredador. El miedo queda grabado en la especie, se transmite y define las relaciones interpersonales y la conducta de grupo: un escenario de guerra y voluptuosidad. Varias décadas más tarde un catedrático se acerca a esta teoría, y después una alumna se acerca a este profesor (ella ha detectado errores graves en sus escritos y prefiere ayudarlo a resolverlos antes que destrozarlo públicamente en un congreso). La alumna se acerca también a un ex montonero (si el profe le produce sensaciones en su “triángulo amatorio”, el monto se las producirá en su “triángulo de amor”), para llevar a cabo una especie de experimento bélico-sexual: lo provoca, lo humilla, lo histeriquea y finalmente finge para sí misma (y para el lector) que lo va a matar. Al margen de este trío, tenemos un cuarteto: Pabst y Kamtchowsky (feúchos, inteligentudos, pertenecientes a la tribu urbana de los que observan y estudian a las tribus urbanas) conocen a Andy y Mara (guapos, golfos y divertidos), y si bien la confrontación intelectual entre los machos es inevitable las parejitas acaban alineadas en un bando donde prevalece la simbiosis y la creatividad. Primero crean un videojuego de guerra sucia ambientado en la Argentina de los años setenta, luego un dispositivo para reemplazar el mapa de Buenos Aires en Google Earth por una ciudad mamarracho, un fotomontaje digital inspirado en la yuxtaposición temporal que niega la Historia entendida por su relación causa-efecto. Esto es a grandes rasgos lo que ocurre en LTS, una novela en la que los hechos están subordinados al trabajo con la palabra y la elaboración teórica.
Para las almas prejuiciosas, apáticas o envidiosas que aún no hayan mostrado interés por la lectura de esta obra, advierto que se trata de una novela en la que nada desentona. Las curiosidades eruditas, el empacho bibliográfico y hermenéutico, la sintaxis por momentos rebuscada, los diálogos en que sus personajes se expresan como si estuvieran leyendo un texto sesudo y crítico sin el menor indicio dubitativo: nada de esto desentona. ¿Más ejemplos? Cuando la protagonista llamada Rosa (que en las páginas finales hace un guiño al lector y le deja claro que no debe ser confundida con una tal Pola) se detiene para hablar de su hermosura, compara el tono de su piel con el “marfil lírico de Bizancio”. El marfil lírico de Bizancio tampoco desentona. El constante asomo de petulancia en la novela puede ser entendido en términos paródicos, como parte de un espectáculo cómico en el que, según la autora, esa pedantería se ríe de sí misma. Ja.
La expresión novela inteligente encierra un oxímoron. Creo que a estas alturas cualquier novela, por muy filosófica que se precie, no es más que el territorio de la anécdota, el cotilleo, el exhibicionismo. Dicho esto, la pirotecnia estético-reflexiva, la asociación de ideas, información y conocimientos (que no se limita en este caso a la mera evocación de referencias) convierten a LTS en una propuesta literaria de altura, y no es una cuestión de tacones, bastante más lúcida que las propuestas formalmente renovadoras en español que he tenido ocasión de leer en los últimos tiempos.
Primera frase subrayada: “…el régimen de acceso a la empatía contemporánea se encuentra vinculado al uso inteligente, glamoroso, de la crueldad”.

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