“Hacia un canon personal”, por Marisa do Brito Barrote

María Teresa Andruetto,
Hacia una literatura sin adjetivos,
colección La ventana indiscreta,
Córdoba, Editorial Comunicarte, 2009, 144 pág.

Una de las columnas sobre la que se sustenta el trajín académico es aquella que se pregunta por el canon: ¿Qué autores u obras es imprescindible leer? ¿Cuáles son aquellos que sostienen la literatura nacional? ¿Y el canon occidental?
Antes de que la palabra “canon” tomara el significante con el que hoy la usamos, los intelectuales que construyeron el Estado se preocuparon por listar aquellos autores representativos de su literatura nacional, aquellos que reflejaban el ser nacional, y entonces nos encontramos con las primeras historias de la Literatura Argentina. Hoy en día, el canon es una lista de mercado: son los 40 más leídos, son los rankings, son las planillas con los libros elegidos en las licitaciones por los ministerios estatales o los programas de las cátedras universitarias.
En este libro, María Teresa Andruetto nos propone leer la LIJ (Literatura Infantil y Juvenil) sin los adjetivos que la constriñen en el “para niños y jóvenes” y a partir de los conceptos con los que se lee la literatura “para adultos”.
Se abre con un análisis de la palabra “canon” y sus diferentes definiciones: “caña, vara, norma, regla, modelo, prototipo”, en una operación que religa todas estas acepciones a la cuestión pedagógica: elegir un canon es discutir acerca de qué se va a enseñar, de qué debiera leer una generación y fijar un modelo a imitar.
A la vez, critica la falta de toma de riesgos en la construcción editorial de un contracanon que friccione lo establecido actual. Al canon hecho de autores marca registrada, opone uno creado por obras literarias y elegido por el propio lector. Muy especialmente, promueve la formación de lectores que tengan la capacidad de discernir cuáles son las obras de calidad que conformarán su propia lista de “favoritos” de la literatura.
La autora además se hace eco de un reclamo de arbitrio por parte de la academia, que ha devenido en un deterioro en la oferta de la LIJ: “Olvido de la academia. Inexistencia de la crítica. Nulo riesgo editorial y la escuela como mercado cautivo”. Un reclamo que cae de lleno sobre las personas que trabajamos en la construcción de la cultura. Aunque apunta que, luego de la debacle del 2001, esta situación se viene revirtiendo, ya que surgieron críticos y publicaciones especializadas en LIJ y pequeños sellos editoriales independientes con propuestas de calidad.
Asimismo, analiza los mecanismos por los cuales la LIJ entró en una vuelta de rueca que la duerme en un sueño reiterativo. Todo el trabajo recorrido por aquellos autores que rompieron con el canon burgués y aleccionador de los años 50, María Elena Walsh, Elsa Bornemann y otros, quienes escribieron textos memorables basados en el juego y ya no en las lecciones morales, al día de hoy, se ve horadado por las leyes aleccionadoras del mercado. Esta entidad que parece abstracta, pero que está hecha de personas que se dedican a observar el comportamiento de los compradores, ha descubierto que la principal compradora de LIJ es la escuela. Con lo cual, hoy en día gran parte de lo que se escribe y vende como LIJ es una literatura en la que reina la educación en valores: “Es una cinta de Moebius que se alimenta desde la currícula editorial hacia las editoriales y desde las editoriales hacia los autores”.
La tolerancia, la no discriminación, la convivencia pacífica y otros honrosos valores, convertidos en productos de venta, han vuelto a girar la rueca de la LIJ 360 º y se ha “regresado por la izquierda a los años 50, a la era pre Walsh”. Hoy se consumen cantidad de libros infantiles plagados de “mensajes”, libros construidos con la cabeza, al calor del oportunismo, escritos por escritores de “oficio”.
No es problemático el hecho de que la literatura refleje la conciencia social, sino que en la obra de arte lo estético debería subsumir a lo ético para que de algún modo nos “hable”, cree ese punctum, esa flecha que deja clavado un libro en la memoria y nos permite construir un canon personal.
Este libro, que ha recibido el premio Destacado de ALIJA 2009 en la categoría ensayo, no puede faltar en la biblioteca de quienes estamos interesados en difundir y fomentar en los niños el amor por la literatura sin diminutivos.

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