Los feminicidios y la cobertura mediática
En su último número, la revista Afuera. Estudios de crítica cultural publica un interesante artículo de María Belén Rosales sobre la cobertura mediática que la prensa nacional realiza de los feminicidios. La investigadora señala que en nuestros días la agresión física y sexual hacia las mujeres sigue oscurecida por mitos, presentes en la sociedad y reforzados en los medios de comunicación, que perpetúan el concepto de que la mujer provoca su propia agresión. Se trata de imágenes y estrategias discursivas que permean el cuestionamiento a la víctima dando paso a la justificación de los agresores y la legitimación de la violencia.
Este fenómeno social es mediatizado en base a un orden cíclico: el manto de silencio sobre estos hechos permanece hasta que vuelve a ocurrir otro caso y se pasa a la naturalización: ¿Cuántas prácticas de violencia sexista, real y simbólica, los medios masivos -es decir: los hombres y las mujeres que en ellos trabajan- colaboran en distintos grados a perpetuar? A continuación ofrecemos un fragmento del artículo. Aquí, la investigación completa.
Desde el Observatorio de medios con perspectiva de género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata, nos abocamos desde abril de 2010 a la realización de una experiencia a la que llamamos “Observatorio de medios con perspectiva de género” que consiste en observar sistemáticamente los medios produciendo informes mensuales, desde una perspectiva teórica anclada en la comunicación/cultura y desde un enfoque de género.
En este proyecto, proponemos la problematización de algunos sentidos sociales presentes en los discursos públicos. Son objetivos de este Observatorio:
- Observar, analizar y producir información sobre los estereotipos de género presentes en medios de la prensa.
- Analizar críticamente el contenido de los medios seleccionados desde una perspectiva de género.
- Analizar los sentidos que se construyen y se proyectan en los medios en la representación de la categoría mujer.
Comenzamos a desarrollar esta experiencia entendiendo a modo de hipótesis inicial, que en los medios de comunicación, la mujer sigue siendo interpelada preponderantemente como objeto del deseo masculino desde una lógica que mercantiliza su cuerpo, y aún la ancla a su rol reproductivo y doméstico como madre abnegada o como víctima. Estas imágenes tienden a presentarse como paradigmas de nuestra identidad, como la pauta básica para la construcción y estructuración de subjetividades, pero también como plataforma ideológica y simbólica que hace posible el sostenimiento del orden patriarcal.
Desde este marco, entendemos a la comunicación como producción de sentidos, prácticas y diálogos de saberes que se erige en una de las estrategias fundamentales de mirar/sentir cuál es el rol que se le asigna a las mujeres y desde allí planteamos nuevos interrogantes para problematizar y transformar la práctica de la profesión como comunicadores.
A partir de esa idea es posible pensar la relación entre comunicación y género en tanto la primera es una herramienta que puede contribuir a trasformar y entender la categoría de género, como una dimensión constitutiva de las relaciones sociales y comunicacionales mediadas por el poder.
Desde esta perspectiva y entendiendo al género como la construcción cultural de las sexualidades, pretendemos comprender cómo los significados organizados por una cultura se van transformando, renovando o recreando también en los procesos comunicacionales.
Tramas y relatos de la violencia contra las mujeres en el mes de la memoria
El Día Nacional por la Memoria y la Justicia, hizo de marzo un mes para renovar los reclamos por el cumplimiento y defensa de los derechos humanos. En el marco de las acciones públicas, para apelar a la conciencia ciudadana sobre la importancia de respetar estos derechos inalienables, se han dado a conocer en la prensa gráfica argentina, en ese mismo mes, los casos de de seis mujeres, violentadas, incineradas y algunas de ellas asesinadas, en manos de varones de su círculo íntimo. En lo que va del año ya serían quince los casos de mujeres quemadas por sus parejas.
Estos hechos son ocasionados en el contexto de las relaciones desiguales de poder, en ejercicio del poder “machista” en contra de las mujeres que son inteligidas como inferiores, objetos, víctimas, en suma, desechables.
En la mañana del quince de marzo se encontró el cuerpo de una mujer que estaba atada de pies y manos, en la colectora de la Autopista Ricchieri, a mil metros de la Jefatura Departamental de La Matanza. Los medios on line cubrieron de inmediato el hecho. Algunos, volvieron sobre los móviles pasionales, de locura pasajera que causa el amor para explicar las posibles causas del episodio “Estaba quemado en un ochenta por ciento. Investigan una pista pasional. Fue anticipo de online-911.” Si es “la pasión” la que lleva a matar, el hecho es más tolerable para la sociedad, es decir, es más tolerable el discurso que busca esconder esta violencia. Al decir que el asesino mató, pero hubo pasión, se tiende a reforzar falsos mitos referidos a la violencia. El acto violento “PASIONAL” expresa la presunción de legitimidad de quien lo ejerce.
Los casos de mujeres quemadas e incineradas, encierran bajo la metáfora de “la persecución de brujas quemadas en la hoguera” los motivos que llevaron a que esta conducta se convirtiera en un modo habitual de exterminar a las mujeres. En la Edad Media eran acusadas de transgredir las normas religiosas. Hoy los móviles se encuentran siguiendo a Rita Segato (2003) en la infracción femenina a las dos leyes del patriarcado: “la norma del control o posesión sobre el cuerpo femenino y la norma de la superioridad masculina”. Así se configura el miedo, la inseguridad psicológica y física, la imposibilidad del ejercicio de la igualdad y de la libertad.
Los femicidios en la agenda
Frente a la oleada de crímenes producto de la violencia de género, se presentaron varios proyectos en la Cámara de Diputados para tipificar el femicidio como figura autónoma en el Código Penal.
El concepto femicide (cuya traducción al español es femicidio) fue desarrollado por la escritora estadounidense Carol Orlock en 1974 y utilizado públicamente en 1976 por la feminista Diana Russell en su obra "Femicide. The politics of woman killing, ante el Tribunal Internacional de Los Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas. El femicidio emerge como una categoría analítica que consiste en enfrentar el problema como parte de la violencia de género contra las mujeres. Para Jill Radford y Diana Russell el femicidio “se trata de crímenes de odio contra mujeres, no sólo comprende los asesinatos, sino que abarca el conjunto de hechos violentos contra las mujeres (…) se conforma en una violencia social contra las mujeres aceptada por la sociedad” (1992: 15-22).
El femicidio tiene lugar cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten continuos atentados contra la integridad, el desarrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres en manos de conocidos y de desconocidos, de violentos y violadores, de asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales.
Investigadoras mexicanas, como Marcela Lagarde introdujeron la noción de feminicidio en su versión en español, en tanto contiene la motivación misógina de estos crímenes; a diferencia de la traducción literal –feminicidio-, que se refiere descriptivamente a homicidios contra mujeres y niñas. Así, el concepto de feminicidio lleva consigo un gesto político y no meramente lingüístico. En tanto se trata de un concepto en construcción, hay un debate teórico abierto respecto de la pertinencia del uso de femicidio o de feminicidio, sobre todo en Latinoamérica. La experiencia de Ciudad Juárez, en el estado mexicano de Chihuaha, en la frontera con Estados Unidos, y la realidad en Centroamérica han influido fuertemente en que las autoras de la región se inclinen por la noción de feminicidio, en tanto incluye la idea de misoginia, impunidad y de desidia institucional y social que impiden abordar los problemas estructurales que favorecen los asesinatos de mujeres por razones de género. En este marco, coincidimos en que “feminicidio” es un concepto teórico pertinente para abordar este problema, toda vez que no se trata de hechos aislados, meros casos de crónica policial. Los feminicidios son resultados de procesos de violencia contra la mujer por motivos de género, un fenómeno multicausal, que atraviesa las tramas de la cultura, los imaginarios colectivos, las prácticas sociales cotidianas, los discursos públicos. Estos discursos sociales, todavía insisten en perpetuar el sentido común que afirma que “algo habrá hecho”, “ella lo provocó” o “fue un crimen por amor”.
En este marco es necesario seguir trabajando desde diversos espacios para develar los mitos que en relación a la violencia de género aún están vigentes en la sociedad.
Este fenómeno social es mediatizado en base a un orden cíclico: el manto de silencio sobre estos hechos permanece hasta que vuelve a ocurrir otro caso y se pasa a la naturalización: ¿Cuántas prácticas de violencia sexista, real y simbólica, los medios masivos -es decir: los hombres y las mujeres que en ellos trabajan- colaboran en distintos grados a perpetuar? A continuación ofrecemos un fragmento del artículo. Aquí, la investigación completa.
Desde el Observatorio de medios con perspectiva de género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata, nos abocamos desde abril de 2010 a la realización de una experiencia a la que llamamos “Observatorio de medios con perspectiva de género” que consiste en observar sistemáticamente los medios produciendo informes mensuales, desde una perspectiva teórica anclada en la comunicación/cultura y desde un enfoque de género.
En este proyecto, proponemos la problematización de algunos sentidos sociales presentes en los discursos públicos. Son objetivos de este Observatorio:
- Observar, analizar y producir información sobre los estereotipos de género presentes en medios de la prensa.
- Analizar críticamente el contenido de los medios seleccionados desde una perspectiva de género.
- Analizar los sentidos que se construyen y se proyectan en los medios en la representación de la categoría mujer.
Comenzamos a desarrollar esta experiencia entendiendo a modo de hipótesis inicial, que en los medios de comunicación, la mujer sigue siendo interpelada preponderantemente como objeto del deseo masculino desde una lógica que mercantiliza su cuerpo, y aún la ancla a su rol reproductivo y doméstico como madre abnegada o como víctima. Estas imágenes tienden a presentarse como paradigmas de nuestra identidad, como la pauta básica para la construcción y estructuración de subjetividades, pero también como plataforma ideológica y simbólica que hace posible el sostenimiento del orden patriarcal.
Desde este marco, entendemos a la comunicación como producción de sentidos, prácticas y diálogos de saberes que se erige en una de las estrategias fundamentales de mirar/sentir cuál es el rol que se le asigna a las mujeres y desde allí planteamos nuevos interrogantes para problematizar y transformar la práctica de la profesión como comunicadores.
A partir de esa idea es posible pensar la relación entre comunicación y género en tanto la primera es una herramienta que puede contribuir a trasformar y entender la categoría de género, como una dimensión constitutiva de las relaciones sociales y comunicacionales mediadas por el poder.
Desde esta perspectiva y entendiendo al género como la construcción cultural de las sexualidades, pretendemos comprender cómo los significados organizados por una cultura se van transformando, renovando o recreando también en los procesos comunicacionales.
Tramas y relatos de la violencia contra las mujeres en el mes de la memoria
El Día Nacional por la Memoria y la Justicia, hizo de marzo un mes para renovar los reclamos por el cumplimiento y defensa de los derechos humanos. En el marco de las acciones públicas, para apelar a la conciencia ciudadana sobre la importancia de respetar estos derechos inalienables, se han dado a conocer en la prensa gráfica argentina, en ese mismo mes, los casos de de seis mujeres, violentadas, incineradas y algunas de ellas asesinadas, en manos de varones de su círculo íntimo. En lo que va del año ya serían quince los casos de mujeres quemadas por sus parejas.
Estos hechos son ocasionados en el contexto de las relaciones desiguales de poder, en ejercicio del poder “machista” en contra de las mujeres que son inteligidas como inferiores, objetos, víctimas, en suma, desechables.
En la mañana del quince de marzo se encontró el cuerpo de una mujer que estaba atada de pies y manos, en la colectora de la Autopista Ricchieri, a mil metros de la Jefatura Departamental de La Matanza. Los medios on line cubrieron de inmediato el hecho. Algunos, volvieron sobre los móviles pasionales, de locura pasajera que causa el amor para explicar las posibles causas del episodio “Estaba quemado en un ochenta por ciento. Investigan una pista pasional. Fue anticipo de online-911.” Si es “la pasión” la que lleva a matar, el hecho es más tolerable para la sociedad, es decir, es más tolerable el discurso que busca esconder esta violencia. Al decir que el asesino mató, pero hubo pasión, se tiende a reforzar falsos mitos referidos a la violencia. El acto violento “PASIONAL” expresa la presunción de legitimidad de quien lo ejerce.
Los casos de mujeres quemadas e incineradas, encierran bajo la metáfora de “la persecución de brujas quemadas en la hoguera” los motivos que llevaron a que esta conducta se convirtiera en un modo habitual de exterminar a las mujeres. En la Edad Media eran acusadas de transgredir las normas religiosas. Hoy los móviles se encuentran siguiendo a Rita Segato (2003) en la infracción femenina a las dos leyes del patriarcado: “la norma del control o posesión sobre el cuerpo femenino y la norma de la superioridad masculina”. Así se configura el miedo, la inseguridad psicológica y física, la imposibilidad del ejercicio de la igualdad y de la libertad.
Los femicidios en la agenda
Frente a la oleada de crímenes producto de la violencia de género, se presentaron varios proyectos en la Cámara de Diputados para tipificar el femicidio como figura autónoma en el Código Penal.
El concepto femicide (cuya traducción al español es femicidio) fue desarrollado por la escritora estadounidense Carol Orlock en 1974 y utilizado públicamente en 1976 por la feminista Diana Russell en su obra "Femicide. The politics of woman killing, ante el Tribunal Internacional de Los Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas. El femicidio emerge como una categoría analítica que consiste en enfrentar el problema como parte de la violencia de género contra las mujeres. Para Jill Radford y Diana Russell el femicidio “se trata de crímenes de odio contra mujeres, no sólo comprende los asesinatos, sino que abarca el conjunto de hechos violentos contra las mujeres (…) se conforma en una violencia social contra las mujeres aceptada por la sociedad” (1992: 15-22).
El femicidio tiene lugar cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten continuos atentados contra la integridad, el desarrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres en manos de conocidos y de desconocidos, de violentos y violadores, de asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales.
Investigadoras mexicanas, como Marcela Lagarde introdujeron la noción de feminicidio en su versión en español, en tanto contiene la motivación misógina de estos crímenes; a diferencia de la traducción literal –feminicidio-, que se refiere descriptivamente a homicidios contra mujeres y niñas. Así, el concepto de feminicidio lleva consigo un gesto político y no meramente lingüístico. En tanto se trata de un concepto en construcción, hay un debate teórico abierto respecto de la pertinencia del uso de femicidio o de feminicidio, sobre todo en Latinoamérica. La experiencia de Ciudad Juárez, en el estado mexicano de Chihuaha, en la frontera con Estados Unidos, y la realidad en Centroamérica han influido fuertemente en que las autoras de la región se inclinen por la noción de feminicidio, en tanto incluye la idea de misoginia, impunidad y de desidia institucional y social que impiden abordar los problemas estructurales que favorecen los asesinatos de mujeres por razones de género. En este marco, coincidimos en que “feminicidio” es un concepto teórico pertinente para abordar este problema, toda vez que no se trata de hechos aislados, meros casos de crónica policial. Los feminicidios son resultados de procesos de violencia contra la mujer por motivos de género, un fenómeno multicausal, que atraviesa las tramas de la cultura, los imaginarios colectivos, las prácticas sociales cotidianas, los discursos públicos. Estos discursos sociales, todavía insisten en perpetuar el sentido común que afirma que “algo habrá hecho”, “ella lo provocó” o “fue un crimen por amor”.
En este marco es necesario seguir trabajando desde diversos espacios para develar los mitos que en relación a la violencia de género aún están vigentes en la sociedad.
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